GIGANTES EN LA MITOLOGÍA VASCA


En la mitología vasca, aparecen dos tipos de gigantes:

Los gigantes Jentilak y Mairuak, son unos personajes de la mitología vasca dotados de fuerza sobrehumana. Lanzaban grandes peñascos hasta lugares lejanos y son los constructores de multitud de cromlechs y dólmenes (Trikuharriak en euskera), y menhires (los Harrespil o las Zutarri por ejemplo).


Tras la cristianización, los gigantes fueron olvidados. Cuenta la leyenda que cuando los gigantes vieron una luz brillante en el cielo, fueron directamente al hombre más viejo y sabio, el cual avistó el nacimiento de "Kixmi" (Cristo en antiguo vascón), y proclamó el fin de su raza de inmediato y todos los gigantes y se tiraron por el un precipicio junto con el sabio.


Otros se escondieron bajo las piedras, las cuales a partir de ese momento se denominaron "Jentilarri". El único que quedó fue Olentzero, un carbonero que según la leyenda debía avisar de la llegada del fin de la raza. Hoy en día se ha asemejado más con el cristianismo y realiza el papel de traer regalos el día de Navidad en Vasconia.


Por otra parte está Tartalo; es un cíclope antropomorfo, gigantesco, con un solo ojo en medio de la frente. Su tamaño es descomunal al igual que su fuerza, y su entretenimiento favorito es tirar piedras de un monte a otro. Cuenta la leyenda, que debido a esto se crearon varias construcciones existentes hoy en día. Al contrario que otros personajes también gigantes, como los "Jentilak", Tartalo es perverso, de instintos salvajes y muy agresivo. Se alimenta de niños e incluso adultos de vez en cuando. Se cree que habitaba en el monte Saadar en Zegama (Gipuzkoa) donde hay un dolmen llamado Tartaloetxea (casa de Tartalo). Tartalo era poseedor de un anillo mágico que le servía para controlar a sus presas, ya que al grito de "Non hago?" (¿Dónde estas?) por parte de Tartalo, el anillo respondía "Hemen nago, hemen nago" (Aquí estoy, aquí estoy).