EL MÁS ALLÁ. LAS ALMAS EN PENA


El fallecido, desconectado ya del mundo físico se encuentra con una antesala que es una tierra de nadie, el la región de los desencarnados, de almas en pena vagando sin rumbo que acuden de varias formas al menor requerimiento de los humanos. Apegados a sus deseos materiales, intentan poseer lo que tuvieron y revivir las experiencias a las que estaban aferrados, pero veríamos también su desesperación, porque, a pesar de los intentos, no logran proporcionarse la más mínima satisfacción, ya que no disponen de los órganos adecuados para ello, que existen sólo en el cuerpo físico. Pueden tener deseos, porque son un atributo del cuerpo astral, pero no pueden sentir al faltarles el cuerpo físico. 

La satisfacción de los deseos es lo que les mantiene vivos, así que, ante la imposibilidad de satisfacerlos, supondrá para el desencarnado la eliminación de todas sus apetencias terrenas. Acabadas éstas sentirá que han desaparecido las amarras que lo sujetaban y podrá reanudar su camino.

En el vocabulario de la escatología cristiana (estudio de las realidades últimas), el limbo se refiere a dos infiernos, en el sentido de regiones periféricas del infierno. Es un mundo mundo entre los vivos y los muertos. 

Las oraciones por los difuntos favorecen su paso por esta zona y la más rápida incorporación a las otras. Si bien es cierto, que todos los fallecidos pasarían por esa tierra de nadie, sólo algunos (los que no logran entenderlo) se detienen en ella. Los otros pasarían de largo sin apenas percibirla.

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