YAHVÉ Y POLITEÍSMO EN EL ANTIGUO ISRAEL

Urgarit, judaísmo y cananeos

Los israelitas servirían: o a los dioses (elohim), a los que sus antepasados servían a orillas del Éufrates, o a los dioses (elohim) de los amorreos (pueblo cananeo) que viven en esta tierra:

Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová. (Josué 24:15)

Por la gran variedad de nombres de dioses que pueden leerse en la Torá (o ley de Moisés para los cristianos), se ha planteado la teoría de que originalmente los pueblos semíticos que se agruparon bajo la denominación de “hebreos”, tenían creencias politeístas que progresivamente fueron perdiendo y adaptando hacia el monoteísmo, durante la época previa a las primeras adiciones que conformaron la Torá.

El dios El llegó a tener una descendencia de más de 70 deidades. El judaísmo acabó apartartando a estas deidades, y dejó solo a Yahvé, que no está ni soltero ni casado, como El, pues no entra en esas categorizaciones humanas, y por lo tanto nunca tuvo ningún hijo.

Los hebreos utilizaron varios términos para nombrar a Dios: El, Eloah y Elohim. En el siglo II d. C., el rabino Shimon ben Yohai maldijo a todo aquel que al leer la Torá, el Antiguo testamento de los cristianos) o cualquier libro, entendiera el término bene (hijos de) elohim (los dioses) en el sentido del idioma urgarítico (Siria). Desde ese momento, Elohim no significó "dioses" sino "dios único". Según muchos eruditos judíos y eclesiásticos Elhoim que sería el plural mayestático, o el superlativo de Dios, derivado de El.

Sin embargó en la biblia se hacen menciones a un dios que preside asamblea de dioses y personajes, que denotan una reminiscencia de una visión en la que existen diversidad de manifestaciones divinas y o hijas de éstas como los hijos de dios del Génesis u otras entidades malignas o perniciosas

Ugarit (actual Ras Shamra) fue una antigua ciudad portuaria, situada en la costa mediterránea al norte de Siria en la región asiática conocida como Levante.

Esta ciudad fue fundamental en la historia de las grandes civilizaciones del Cercano Oriente, especialmente durante el período en el cual Egipto tuvo estados vasallos en el Levante, período que quedó registrado con precisión en la correspondencia entre funcionarios egipcios, ugaríticos, y de otras nacionalidades. El pueblo ugarítico hizo importantes contribuciones a la escritura y a la religión, tanto semítica pagana como en las fases iniciales del judaísmo. Por estas contribuciones se puede identificar al pueblo que habitó Ugarit en su etapa histórica, que fue su período de esplendor y le dio su nombre, como un pueblo semita nororiental, emparentado lingüística y religiosamente con los cananeos ubicados más al sur.

El, judaísmo e Israel

La palabra "El" significa dios, poderoso, fuerte y también ídolo. En la mayoría de las traducciones, el sitio conocido como Bethel se traduce como ‘casa de Dios’, siendo beth casa (como Bethlehem es ‘casa del pan’) y "el" puede referirse tanto al dios Yahvé como al dios El. Por lo tanto, Beth-el podría no ser la Beth Yahvé, sino la casa del dios extranjero El.

Posteriormente Israel sería el pueblo elegido: el que se enfrentaría a los ídolos (idolatría), pues seguiría el camino trazado por el único Dios verdadero Yahvé (Jehová). En la primera mitad del siglo X a. C. este pueblo alcanzó tal objetivo durante los reinados de David y Salomón (Israel se había convertido en “el reino de Yahvé” (1ª Cr 28:5). Pero la Biblia indica que posteriormente las doce tribus de Israel se dividieron por las siguientes razones:

Las tribus norteñas habían copiado la idolatría y el mundanismo de los paganos (los cuales adoraban al dios El), mientras que Judá se mantenía cierta fidelidad reconocía todavía al dios Yahvé.

Tras de la división del reino, el nombre de El (usado en los idiomas semitas para designar a la deidad principal, el toro o becerro) se difundió más entre los israelitas del norte. Por su parte los del sur (propiamente llamados de Judá o levitas y benjaminitas), siguieron manteniendo el ritual a Yhwh (Yahveh) en Jerusalén.

Hacia el siglo VIII a. C. el culto al dios El estaba bastante arraigado entre los israelitas del norte. Los frecuentes intercambios comerciales contribuían a ello. Absorbían cultos fenicios, asirios y sidonios.